EDUCAR, según la Real Academia Española de la Lengua
en su duovigésima edición, es:
- Dirigir, encaminar, doctrinar.
- Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos,etc...
- Desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas a su fin.
- Perfeccionar, afinar los sentidos.
- Enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía.
La educación. Tan simple y tan compleja palabra. ¿Educar? ¿A
quién? ¿Y qué les enseño? ¿Qué es verdaderamente importante
saber? Matemáticas, filosofía, historia, biología, química... O
tal vez lo importante es aprender a sonreír cuando la vida no te
sonríe, a ofrecer tu hombro cuando alguien lo necesita, a mantenerte
fuerte cuando todo lo que quieres es volverte débil, indefenso y
dejarte ser... O puede que, en realidad, lo más importante sea saber
amar. En realidad esto es indiferente, nadie va a planteárselo.
Igual que nadie va a plantearse lo que significa educar.
Se nace, se crece y se fallece. Desde el primer momento en el que
vemos la luz, estamos siendo educados. Nuestros padres nos hablan,
nos hacen carantoñas, sonríen, lloran... y nosotros observamos, lo
miramos todo para ir, poco a poco, aprendiendo qué significan esos
gestos, las miradas, las sonrisas... Saber que el llanto lo provocan
sentimientos negativos y que la risa implica diversión. Así vamos
creciendo. Los primeros años de educación siempre nos los dan
nuestro entorno más cercano: padres, familiares, cuidadores o
educadores en algunos casos... Todo lo que aprendemos en este periodo
de vida es a interpretar los simbolos que rigen toda nuestra vida y
sociedad. Palabras, idiomas, colores, signos, señales. El hombrecito
verde significa que puedes cruzar y el rojo que debes esperar.
Unos cuantos años más tarde empiezan a enseñarnos materias
escolares. Durante décadas el modelo educativo ha estado intacto. La
educación, hablando estrictamente de lo escolar, se ha basado en
aportar datos a los alumnos, quienes debían memorizarlos y dar
constancia de ello sobre folios en blanco, haciéndose común la
competición por ver quién escribe más... Como si eso identificara
al que más sabe. Todos aquellos alumnos que fueron instruídos así
en el colegio, instituto, universidad, etc. conocieron esos datos por
un instante de su vida, unos días, tal vez algunas semanas aquellos
que empezaban a estudiar con tiempo, pero nunca los aprendieron. ¿Es
un sistema verdaderamente formativo? Lo dudo.
Respecto a la escuela y demás instituciones encargadas de formar a
los alumnos, ¿realmente se han planteado si sus sistemas funcionan?
También lo dudo. Al acabar los estudios, salen alumnos, millones de
alumnos, con unas calificaciones que no reflejan, en realidad, que
hayan aprendido. Quizás deberíamos centrarnos un poco más en
enseñar a aprender y un poco menos en obligar a jóvenes y no
tan jóvenes a memorizar datos de poca utilidad en su vida. Dar
métodos para aprender sería útil para que cada uno se centrara en
aquello que más le interesa, le gusta y le hace feliz. Así
tendríamos verdaderos estudiantes en especializaciones sobre aquello
que han aprendido de forma libre, basándose en métodos de
aprendizaje que les han enseñado. La clave está en cómo enseñar a
aprender, aunque eso es algo en lo que yo no entraré.
A la vez que empezamos con la instrucción escolar y vamos avanzando
en los años que conlleva, nos van apareciendo problemas en la vida
con un carácter un poco más trascendental. Nos empieza a gustar un
chico o chica, las amistades se van forjando y comienzan los
problemas, enfados y demás, aprendemos el valor real de la
familia... Cosas como estas pueden crearnos situaciones incómodas de
las cuales no sabemos cómo salir. ¿Quién enseña a no pasarlo mal
por un amor no correspondido? ¿Cómo se supera la pérdida de un
mejor amigo? Quizás esa sea la verdadera educación, saber seguir
viviendo con pérdidas irrefutables, con dolor, superando todo
aquello que pasa. Nadie enseña este tipo de cosas y todos pasamos
por ellas, todos queremos poder superar aquello que no nos deja
seguir hacia adelante. Sin embargo, en un gran número de ocasiones,
nos limitamos a obviar aquello que nos hace daño y no aprendemos de
las situaciones que nos ocurren que, en cierta medida, también son
educadoras. Y así pasa el tiempo y seguimos aprendiendo despues de
acabar nuestros estudios, tal vez sobre aquello en lo que nos hemos
formado, pero seguro que aprendemos sobre aquello que nos ocurre en
nuestra vida.
La educación se acaba con el último de nuestros suspiros. Quién
educa es una pregunta que no existe, pues todo aquello que nos ocurre
y toda persona que se cruza en nuestra vida nos está educando.
Educar es, al fin y al cabo, crecer, vivir.
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